
Desde la aurora que saluda un nuevo día en la costa atlántica, hasta el atardecer en la costa pacífica y durante las sombras de la noche, en toda la nación los latinos producimos más que los demás ciudadanos que disfrutan los placeres de la vida.
Sin embargo en el primer año del régimen del presidente Obama, el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) desterró a 387 mil 790 inmigrantes, un acrecentamiento del 61.8 por ciento con relación al promedio de 240 mil expulsados anuales, bajo el segundo periodo del estigmatizado George W. Bush. Es decir, espantosamente hay un promedio de mil deportados diarios con el gobierno de Obama, en comparación con los 650 inmigrantes deportados diariamente durante el segundo mandato de Bush, de acuerdo con el informe. “Comparando los años fiscales 2008 y 2009, ha habido 123,287 inmigrantes adicionales deportados, lo que representa un 46.6% de aumento", dice un documento presentado por FIRM.
Sin embargo, según el portavoz del DHS, se ha cometido un error al combinar en la cifra del año 2009 la cantidad de indocumentados deportados por ICE, con quienes optaron por la deportación voluntaria, es decir, que se van por su cuenta y no porque ICE los deporte. De todas maneras el álgebra no miente, separación de familias y más dolor y lagrimas.
“Estimamos, además, que son inoportunas e injustas las redadas policiales que se han llevado a cabo en diferentes lugares del país. Sacar por la fuerza a hombres y a mujeres de sus centros laborales y apiñarlos en camiones para imponerles una deportación sumarísima es una acción impropia del tradicional espíritu de América.” Dijo el Rev. Martín N. Añorga.
“A veces estamos tan ocupados que nos olvidamos de las promesas que hicimos”. Dice un recado del Consejo Nacional de la Raza donde le abanican la memoria al presidente Barack Obama”. No olvidemos que cuando era candidato, para tener el voto latino nos dijo: "Marché con ustedes en las calles de Chicago, luché por ustedes en el Senado, y haré (de la reforma migratoria) una prioridad en mi primer año como presidente de Estados Unidos". Y la condena no queda ahí, la conciencia parece gritarle que también acotó, "me parece que es hora de que tengamos un presidente que no le dé la espalda a algo tan importante como la reforma (migratoria) sólo porque no sea políticamente popular".
Ahora es tiempo de ajustar cuentas, según America's Voice. Ésta falta de palabra, “mentiras” para ser más categórico, puede acobardar a los electores hispanoamericanos, sobre todo a los votantes inmigrantes naturalizados que representan 40% del total del voto latino del país, que apoyó a Obama y a los demócratas en el 2008. Más aún cuando el mismo Obama ha encendido el verbo, cuando dice que en, "En este país el cambio no viene de arriba hacia abajo, el cambio brota de abajo para arriba".
Consecuente de sus promesas, o bien aconsejado diría yo, hace unos días el ocupante del Palacete Albo, tuvo una asamblea explicativa con el Consejo de Política Doméstica, donde estudió cómo caminar en puntillas en la vidriosa plaza de la reforma migratoria. Este organismo es parte de la cremallera interna de la Casa Blanca y tiene reuniones sistemáticas con el presidente, donde al parecer, la palabra redujo al silencio a la acción. Es que según los invitados, “dijo mucho de lo que queríamos que dijera; sin embargo, yo quiero ver el resultado de esta plática. Confío en su palabra, pero confío más en los hechos.”
A estas alturas, las cartas ya descansan sobre la mesa, activistas pro-inmigrantes y la población misma que no está amortiguada, instan a Obama, que cumpla su ofrecimiento electoral de poner en tránsito una reforma migratoria incluyente, y valerosamente advierten de las repercusiones electorales si no la cumple este año. Es que, no sólo ha roto su promesa de primer año de mandato sino que ha "agravado" el escenario al continuar con las persecuciones y destierros sin misericordia.
El panorama para los Congresistas afines al partido del gobierno, tampoco es alentador, si no consiguen la reelección es porque no han hecho su encargo... todo hasta ahora ha sido una sombría entelequia. Es obvio que esto no puede continuar así. Sin legalización no hay reelección, se necesita la introducción de una reforma migratoria, para auxiliar a una comunidad inmigrante de 37,9 millones de personas, según datos del Centro de Estudios Migratorios.
Tal vez estemos coqueteando con una fantasía; pero lo innegable es que hay que buscar una salida. Una comunidad sin respuestas es una masa popular débil, enclenque. Y si de algo estamos seguros, es que estamos en una nación fuerte con un “nuevo pueblo” histórica e indudablemente valiente.
Hay que saltar, de la intención a los hechos, a veces hay cosas que nos gusta hacer y hay situaciones en las que las circunstancias nos obligan a hacerlo, tanto es así, que para acrecentar la presión, las organizaciones pro-reforma han convocado para este domingo 21 de marzo, a una gran marcha, en la que se conjetura que pueden participar cerca de 100.000 personas. Ésta jornada ciudadana, de amotinamiento civil, está bautizada como “La Marcha Por América” y cuenta con el apoyo de más de 700 organizaciones de sólido escenario y promovida en mensajes de texto y redes sociales como Facebook y Twitter. Los enardecidos y a veces vilipendiados emigrantes marcharán desde lo más apartado del país, en caravanas desde estados de toda la costa Este del país, así como de California, Illinois, Iowa, Michigan, Tennessee y Texas, etc.
Ahora bien, los organizadores de los movimientos pro inmigración deben cuidar que en su seno no se camuflen las cornetas de cacofonías opuestas a la ideología que sustenta el país. Desfilar con mensajes de corrientes impropias a la ocasión – incendiarias - son talantes improcedentes de quienes vienen con azadón a un país extranjero a cavar en latifundios de esperanza.
Según los promovedores de este levantamiento, dicen que esta vez "la comunidad está muy unida" y la marcha "será el primer paso" de un prolongado activismo. Hasta algunos congresistas desde otros asientos se han unido para decir que va a ser significativo tener la manifestación más amplia posible, para demostrar que no somos invisibles en la nación como algunos nos quieren tener. El no menos destacado Senador Bob Menéndez afirmó que "la reforma migratoria es el asunto relacionado a los derechos civiles más importante de nuestra generación".
No debemos derramar el tiempo en trivialidades. Entre más tiempo transcurra, es más irrealizable de que tengamos una contestación positiva este año. Es sabido que cuando los congresistas prenden sus focos en busca de la reelección, les da recelo entrar en la penumbra de los temas controversiales. No obstante es importante conservar la presión, sean muchas o pocas las posibilidades.
Además, el 5 de marzo pasado, los representantes de las organizaciones que integran Reforma Migratoria Por América ya enviaron una carta dirigida al presidente Obama y los líderes demócratas en ambas cámaras en el Congreso, pidiendo que tomen una acción firme que lleve, hasta antes del 21 de marzo, a la difusión de un anteproyecto bipartidista y detallado para una legislación de reforma migratoria integral. Además demandan que el anteproyecto incluya una fecha certera para acción en el Comité Judicial del Senado, que no vaya más allá del 23 de abril.
Los religiosos desde sus templos solicitan unirse en oración y detener las actividades durante cuatro días, entre el 1º y 4 de abril, precisamente cuando se celebran mundialmente los días más sagrados de la cristiandad, para demostrar que somos un pueblo que ama a Dios y necesita respeto. En este contexto, nadie puede observar el bien o el mal en un espacio de su vida sin conmoverse. La vida es un todo indivisible, es por eso que debemos exhortar a todos los presidentes Latinoamericanos para que también intercedan y promulguen esta iniciativa.
La carretera es tortuosa, en el Congreso de los Estados Unidos no existe unanimidad en cuanto al tema inmigratorio. Están los que quieren la deportación de todos y están los que abogan por leyes que les hagan imposible la vida a los extranjeros indocumentados para obligarlos a que se regresen a sus países; pero están también los que creen en soluciones favorables y solidarias que favorezcan a ambas partes, al país y a los que han llegado al país por esquinas nada convencionales. Probablemente, como sucede siempre, del Congreso no saldrán leyes tan malas como algunos temen, ni tan buenas como algunos esperan. Lo que sí es casi seguro, es que en la biosfera electorera se reduplican los sermones y avisos, de que, sin reforma, el inquilino de la Casa Blanca podría, para complacencia de los republicanos, ser presidente de un solo mandato.
Debemos tener claro de la importancia de reintegrar la esperanza en el espíritu inmigrante, porque es el combustible para la vida. Hay que entender y hacerles razonar a quienes tienen que concebir que los emigrantes, son (somos) gente adaptable, que al desprenderlos de su umbral han tenido que hacer ajustes permanentes en casa ajena, y aceptar cambios en la estructura de la familia.
Entonces, es sencillo, debemos marchar para que nos escuchen. Para hacer visibles a los invisibles. Para que a los políticos, jamás se les suprima de la memoria lo que prometieron. Y para que sepan que electoralmente, el voto latino suele apoyar a aquellos que apoyan a los inmigrantes.
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