El balón dejo de rodar, las luces se apagaron, hasta el barritar de elefante y zumbido de abeja de las vuvuzelas, al fin se callaron. Al final de la jornada, Sudáfrica seguirá con aproximadamente una cuarta parte de la población desempleada sobreviviendo con menos de 1, 25 dólares al día.
Sin embargo lo que sí es seguro que para millones de televidentes, el Mundial nos dejo “ese sabor que magnifica el sentimiento de identidad nacional y continental, el sentido de pertenencia a raza y sangre, la certeza que somos una continuación viva de la tierra que nos vio nacer, una reivindicación emocional de las frustraciones sociales vividas, entonces hacemos dioses de nuestros jugadores y ejércitos de nuestros equipos. Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil en Cuartos de Final. Sudamérica se estremece!” decía una prosélita boliviana seguidora de las selecciones sudamericanas.
Paradójicamente, la única selección de América Latina que haya llegado a las semifinales de este mundial 2010 es la de Uruguay, el cual es, junto con Panamá, el menos poblado de los 21 Estados latinoamericanos. Uruguay, quien perdió 3:2 ante Holanda es ya un campeón mundial, aunque también perdieron en el marcador, no así en el juego, frente a la linajuda selección Alemana.
Políticamente, esta nación es la única plenamente democrática de América del Sur, ubicada entre los primeros 28 países a nivel mundial, donde históricamente el fútbol ha sido el componente básico en lo que se refiere al afianzamiento de su "nacionalidad" y a la proyección internacional de la imagen de Uruguay como país, en los comienzos del siglo XX. Es que con apenas una población de 3,5 millones de personas (aproximadamente el tamaño de Seattle) de todos los 24 países que hayan llegado a una semifinal Uruguay es, por lejos, el Benjamín de todos ellos. De los 7 países que han conseguido la copa FIFA, los 3,5 millones de uruguayos son la única nación que tiene menos de 40 millones de ciudadanos. Pese a ello Uruguay ganó 2 de los 4 primeros mundiales (1930 y 1950) y también obtuvo el cetro global en ese deporte en las Olimpiadas de 1924 y 1928.
Sus históricos logros no son solo deportivos, destaca además por ser uno de los países con mayor tasa de alfabetización de América Latina, El Uruguay de hoy; de tierras pampeanas, vastas llanuras onduladas y surcadas por colinas, se anticipó en al menos treinta años al resto de los países latinoamericanos en la transición demográfica - crecimiento de la población mundial - que se ha disparado en los últimos 200 años, pasando de los 1.000 millones de habitantes de 1.800 a los 6.500 millones de la actualidad. Otro de los factores claves para comprender el dinamismo de la población uruguaya es la migración. La inmigración europea se radicó en Uruguay, desde fines del siglo XIX hasta mediados de los 60'. Debido a esto, Uruguay comenzó a ser conocido internacionalmente como "la Suiza de América". A tal punto, que algunos patriotas acuñaron la memorable frase "como el Uruguay no hay".
Curiosamente los “Charrúas” como coloquialmente se los conoce en alusión a ese aguerrido pueblo indio americano que habitó en el actual Uruguay, se envolvieron en el manto de la sabiduría excelsa y adoptaron ese nombre como un mero acto de justicia y reconocimiento a la nación cuya esencia los identifica como uruguayos en el mundo. Pues resulta que a nuestros días la población indígena es prácticamente inexistente. Según divulgaciones de la CIA (The World Factbook), la población uruguaya es esencialmente de origen europeo, siendo un 88% del total. No obstante flamantes investigaciones testifican que el aporte indígena al ADN uruguayo correspondería al 10% del total de la población, sobre todo con antepasados charrúas.
De todas maneras, con el pasar del tiempo la palabra "charrúa" fue adquiriendo connotaciones de valor, de orgullo guerrero, de fiereza, de fuerza, de victoria bélica trasladada a gesta deportiva. Y fue precisamente en un campeonato sudamericano de fútbol disputado en 1935 en Lima ganado por Uruguay, donde la expresión "garra charrúa" comenzó a utilizarse, y a adoctrinarse en todos los ciudadanos, por los logros de la selección celeste en las hazañas olímpicas y de la Copa Mundial de Fútbol de 1930, conocido como el “Maracanazo’.
El Uruguay que vió nacer a su máximo prócer, José Gervasio Artigas, protector de los pueblos libres, morador de la pradera oriental, produce constantemente talentos de máxima categoría capaz de llenar las cuadras de la élite de clubes europeos. Y son los mismos que se deleitan de sus habilidades, criticaron y vieron como una “trampa” que en el minuto 119’ el atacante Luis Suárez con su mano evitara un gol. Esta actitud es parte de ese espíritu guerrero de luchar con lanzas, flechas y boleadoras, hasta arañándose, para evitar ser doblegados. La prensa inglesa fue la más crítica de este acto. De todos modos los choques futbolísticos entre países suelen traer a la memoria relaciones históricas.
Es que cuando juega Uruguay “corren tres millones" dice una canción de Jaime Roos. Su participación en la copa mundial nos dió muestras inobjetables de que tienen, cabeza, piernas y corazón. Lo relevante de todo, es que fue la última selección sudamericana en clasificar a esta justa mundialista. Aún recordarán aquel partido de eliminatorias frente a Argentina donde en los últimos minutos fueron derrotados por 1 a 0, marginándolos por tercera vez consecutiva al repechaje. Aquella noche en el Estadio Centenario de Montevideo, corrió violentamente “el pampero” que sopló valiente desde las pampas argentinas. Sin embargo, el Sol de Mayo, símbolo que históricamente hace referencia a la deidad inca Inti, en alusión a los pueblos indígenas, brilló más intensamente en todos los dirigidos por el “maestro” Óscar Washington Tabárez Silva que lograron clasificar al ecuménico, donde nos ofrendaron prolija evidencia de que ser campeón es cuestión de actitud. “Volvimos a cantar el Himno y a emocionarnos, volvimos a colgar banderas sin sentir vergüenza” expresó desde Uruguay, Patricia Trindade Maier. Uruguay!, ultimo héroe, “Este grito a la patria salvó. Que a sus bravos, en fieras batallas, de entusiasmo sublime inflamó”. Como dice su Himno Nacional, hoy más que nunca, en el idioma de mi raza curtido a la intemperie, te gritamos campeón!.
Nota.- Dedico esta columna a una cibernética amiga, quien es un vívido ejemplo de la pasión de los uruguayos por su selección.
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