jueves, 15 de julio de 2010

¡Ser feliz!, ¿Es el dinero la felicidad?

"De aquel que opina que el dinero puede hacerlo todo, cabe sospechar con fundamento que será capaz de hacer cualquier cosa por dinero". Benjamin Franklin 

Tanto se ha escrito sobre las recetas de cómo tropezar con la  felicidad, que hacerlo reiteradamente seria caer en la sequedad de las palabras y argumentos, sin embargo encontré un articulo interesante de un estudio que lleva 70 años en la prestigiosa Universidad de Harvard, para averiguar las claves de la salud, el éxito y la felicidad, estudios que empieza a desembuchar sus efectos.

LÍNEA CIUDADANA
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Artículo | El DAS y Galán
En En 1937, Arlie Bock, un médico de Harvard, se subió a bordo de uno de los más perfectos y dilatados encargos de investigación hasta el momento: El pensamiento inicial era seleccionar estudiantes de diferentes áreas del conocimiento y darles seguimiento durante toda la vida para poder estudiar los agentes emocionales y las características fisiológicas que llevaban a una vida triunfante. Y qué mejor espécimen que 268 jóvenes inteligentes, cultos, ambiciosos y ricos, entre quienes estaban el presidente John F. Kennedy y el periodista Ben Bradlee, del Washington Post.

Cada miembro del grupo fue visitado anualmente por los investigadores para efectuarle cuanto examen físico y sicológico iba consintiendo la ciencia. En este momento, cuando el estudio cumple 72 años, ha retomado interés, pues el paso del tiempo admite empezar  a sacar conclusiones.

En 1992, cuando los hombres de Harvard se acercaban a la edad de jubilación, siete factores que marcan la diferencia entre ser felices y saludables, o tristes y enfermos. El primero es utilizar mecanismos de adaptación sanos en las circunstancias difíciles. Adaptarse implica tener respuestas inconscientes al dolor, al conflicto y a la incertidumbre que se reflejan en el comportamiento. Las reacciones inmaduras como la agresión, la hipocondría (tristeza) o la fantasía son las menos saludables, mientras las más positivas son el altruismo (generosidad), el humor o la sublimación.

"Entre 50 y 70 años, el altruismo y el humor se volvieron más frecuentes y las respuestas inmaduras más escasas", dice Joshua Wolf Shenk, un periodista que por primera vez tuvo acceso a los expedientes.

Los otros factores son más familiares: no fumar, hacer ejercicio, tener un peso saludable y no abusar del alcohol. También está la educación y llevar un matrimonio estable. La relación que un hombre tuviera a los 47 años fue determinante de una mejor adaptación a la vejez.

Un tercio de los alumnos de Harvard sufrió al menos de un problema mental. El 70 por ciento de los que fueron diagnosticados con depresión a los 50 años ya han muerto. Los pesimistas sufrieron físicamente más que los optimistas y aquellos con buenas relaciones con sus hermanos gozaron de mejor salud que quienes no las tuvieron. De hecho, el siquiatra encontró que las habilidades sociales determinan una vida más placentera que una buena cuna o la inteligencia. En general, las relaciones afectivas son tan necesarias que, incluso si no hay una relación estrecha con los padres, se pueden establecer fuertes vínculos con los hermanos, amigos o mentores.

En el alcoholismo, se concluyó que no son las desgracias las que llevan a un hombre a ahogar las penas en el trago, sino que esa condición es la que estalla situaciones funestas como la pérdida del trabajo o la disolución del matrimonio. "es más fácil para alguien que duerme en la calle reconocer  su  alcoholismo  que  para  quien bebe todas las noches en un club privado" reconoció 
uno de los más recientes  seguidores de este estudio.

Algo tan sorprendente como que el nivel de colesterol en la sangre a los 50 años no dice nada acerca de cómo será la salud durante la vejez. Que la posición social influye al principio, pero va perdiendo importancia con el tiempo. Lo mismo el temperamento de las personas; los tímidos y ansiosos, a quienes les va mal en la adolescencia, a los 70 años tienen las mismas probabilidades de estar en la categoría de felices y sanos que los extrovertidos. El DINERO y el prestigio social no son tan buenos indicadores de la felicidad como la educación. Con el dinero se puede comprar un lugar en el cementerio, pero no un lugar en el cielo. “Los avaros son como las abejas, trabajan como si fueran a vivir eternamente,”  Demócrito de Abdera. Esto debe ser una sentencia empírica para toda esa gente sumamente pobre que solo tiene dinero, que subliminalmente les  invita a poner su “lana” en remojo.

Ustedes podrán decir que estos resultados son innegables y por demás obvios.  Es permisible deliberar igualmente que el autor de este estudio era alegremente ingenuo al creer que con este lograría destapar respuestas puntuales sobre cómo tener una buena vida. De todas maneras, lo descrito en líneas anteriores nos enseñar hasta la saciedad que observar a alguien en un momento de la vida puede ser erróneo. Creo, al igual que George Vaillant, un siquiatra de Harvard, que “la vida es demasiada humana para la ciencia",

Dixon Jiménez

“Escribo por el solo placer de escribir, para mí solo, sin ninguna finalidad de dinero o publicidad. En mi pobre vida, tan vulgar y tranquila, las frases son aventuras y no recojo otras flores que las metáforas.” Gustave Flauvert 

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