
El popular sacerdote católico hispano Alberto Cutié, quien fue sorprendido besando y acariciando a una mujer en una playa de Miami, afirmó que su relación amorosa no fue un acto a la ligera y se produjo después de un largo y difícil conflicto interno. "No quiero que la gente piense que el Padre Alberto tuvo un momento de calentura sexual.. esto ha sido un proceso interno, de mucha lucha, de mucha oración, de mucha confesión", dijo el religioso de 40 años.
“No es bueno que el hombre este solo y eso yo lo he vivido en carne propia. Lo he visto en muchos hermanos y en mí mismo.” P. Alberto Cutie
De lo que yo conozco nadie ha sentenciado que los sacerdotes católicos, aun con su juramento de castidad y preparación espiritual no dejan de ser simples mortales susceptibles de caer ante las excitaciones de la carne. Jocosamente pregunto, quién dijo que el padre Alberto fuera naturista o vegetariano?.
Al parecer no es cierto que le hayan sido retirados sus derechos sacerdotales. De hecho, solo le han dado un “break” como dirían laboralmente los Americanos, es decir, "un tiempo para ausentarse con el fin de reflexionar y pensar sobre su futuro dentro de la Iglesia católica".
"Me arrepiento de haber hecho daño a la gente, pero no de haber amado a una mujer, de haberme enamorado porque eso no se planifica", dijo un Cutié desafiante. Y cuando le preguntaron qué penitencia se merecía por participar en este escándalo, respondió que sólo ha pensado en la "misericordia de Dios".
Ahora bien, sin el ánimo de justificar las ideas, comportamientos y después de varios escándalos sacerdotales que han involucrado a otros varones, e incluso menores de edad, el del padre Alberto al menos fue con una mujer. Y él admite que ha sido muy difícil vivir con la batalla interna de tener una relación con una mujer y a la misma vez violar su compromiso con la Iglesia Católica y los feligreses. "Siempre seguí todo lo que la iglesia me enseñó: oración, ejercicio, cuidarse, vivir una vida integrada, amistades, hasta que no pude (más). Traté con todo mi corazón de ser fiel a lo que Dios me pedía, pero fallé", reconoció.
Muchos tomaron partido a su favor, acusando al celibato de todos los males sexuales que engendraron los curas desde el más reciente Concilio de Trento en 1563.
Dijo Jesús: "… , y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda." (Evangelio de San Mateo 19:12). El presente texto bíblico se relaciona a las personas que para hacer mejor la obra de Dios deliberadamente eligen este estado, es decir, el celibato voluntario.
Descubriendo un poco la historia; en el año 325, el Concilio de Nicea estableció que luego de ordenados, los sacerdotes no podían casarse. San Agustín en el siglo V decía que nada envilecía más el espíritu de un hombre que las caricias de una mujer y en el siglo VI, el Papa Gregorio el Grande dijo que el deseo sexual era malo por sí mismo. En el 1075 Gregorio VII estableció el voto del celibato como condición para la ordenación sacerdotal y en el 1139, el celibato se establece como norma en el Concilio de Letrán II.
Paradójicamente lo que se conoce son las posiciones firmes de la iglesia, negando toda flexibilidad, pero ocasionalmente uno que otro ministro, expresa en esa forma su desacuerdo. Juan Pablo II dijo en 1993; “el celibato no es esencial para el sacerdocio; no es una ley promulgada por Jesucristo”. Desconozco el argumento en el cual un Papa hizo este pronunciamiento tan generoso, pero seguramente respondía, a la demanda permanente de apertura que tiene la iglesia en este sentido. Es más!, está documentado que en el siglo VII y VIII, en Francia y Alemania casi ningún obispo ni sacerdote era célibe, inclusive en el siglo IX, un Papa renunció para casarse (Bonifacio IX en 1045).
El caso que nos ocupa, tiene trascendencia porque proviene de un sacerdote tan acreditado y distinguido en todo el continente americano, precisamente, donde el catolicismo tiene más arraigo, es un duro golpe para el pensamiento católico tradicional sobre el celibato.
El sacerdote Alberto Cutié firmó un compromiso el día de su ordenación con la institución religiosa del Vaticano. En ese sentido, fácilmente se puede colegir que ha faltado a su palabra. Creo que lo del padre Alberto no es un tema de celibato, sino de infidelidad. Tenía incluso más responsabilidad que otros sacerdotes, debido a su vida pública y porque le habían delegado la imagen y mercadeo de la Iglesia en los medios. Su conducta tiene el agravante de que la hizo pública y sin tapujos; y pudo tener el atenuante si hubiera pedido a sus superiores excusarse de sus deberes sacerdotales durante las semanas transcurridas desde que fueron obtenidas las fotos en febrero (o desde que empezó la relación) y publicadas en mayo.
La sabiduría popular, más allá del perezoso dicho de ''quien esté libre de pecado que tire la primera piedra'', sabrá ubicar al cura Alberto cerca de la imagen de Bill Clinton, cuya infidelidad fue perdonada, o la pegará a la de políticos y curas cuyas figuras fueron castradas por hechos parecidos.
Ahora bien, lo incoherente y asombroso, es que esta agitación la haya generado una persona que mucho hizo para devolverle a la Iglesia la confianza perdida tras tantos años de escándalos y abusos sexuales.
El Padre Alberto, bien puede encabezar un liderato hacia la consecución de un objetivo que la Iglesia niega a todos los hombres que ejercen su ministerio pero que su gran mayoría ha estado exigiendo por siglos. Este sacerdote, aunque aferrado al amor de una mujer, también sigue enganchado a su fe cristiana, es un gran líder del catolicismo y puede constituirse el punto de partida del ocaso del celibato dentro de su iglesia. Ahora la Iglesia, tiene por delante una difícil decisión. Podría ser un movimiento irresistible, que al menos, ponga a la cúpula católica a pensar más seriamente sobre el tema. De todas maneras, cualquier medida que adopte generará un grupo de ofendidos y mucha desconfianza.
En todo caso, la desaparición del celibato, un debate nada nuevo en la Iglesia, más que enderezar perversiones, tal vez permitiría aumentar el número de vocaciones (en Estados Unidos hay 40,600 curas, cinco mil menos que en el año 2000); aunque quizás para la Iglesia sería más urgente resolver la discriminación de las mujeres al sacerdocio.
Es posible que la iglesia Católica en aras de la paz y sobrevivencia deba ceder constantemente o pagar el precio de fraccionarse en cismas indeseados. Bastan los grandes ejemplos de Martín Lutero en Alemania y de Enrique VIII en Inglaterra en el Siglo XVI y otros importantes desprendimientos que mermaron la fortaleza católica.
Ya lo dijo Juan Pablo II, “si quieres la paz, trabaja por la justicia. Si quieres la justicia defiende la vida. Si quieres la vida, abraza la verdad, la verdad revelada por Dios."
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