viernes, 16 de julio de 2010

¿Por qué mayo es el mes de la Mujer?

“En el rostro de toda madre se puede captar un reflejo de la dulzura, de la intuición, de la generosidad de María. Honrando a vuestra madre, honraréis también a la que, siendo Madre de Cristo, es igualmente Madre de cada uno de nosotros"  Papa Juan Pablo II.

Bueno, es así, y eso quiere decir que mayo es su mes. Sin el menor titubeo, todas las mujeres son hermosas, ¿o lo están dudando?. La preciosidad de la mujer no está en la ropa que ciñe su cuerpo, la silueta que tiene o la manera como peina su cabello. La belleza de la mujer debe ser observada en sus ojos, porque son las lumbreras de su corazón, es el lugar donde vive el amor. Para este servidor de ustedes, la indiscutible belleza de la mujer está manifestada en su alma, en el cuidado amoroso que ella manifiesta. Con decir que la belleza de la mujer con la travesía de los años, va en aumento!.Jocosamente leí un artículo donde decía que si los maniquíes fueran mujeres reales, serían demasiado delgados para menstruar.

Ahora bien, hablando de su desenvolvimiento en la sociedad estadounidense, son ellas las que conservan unida a las familia, estimulan a sus integrantes a participar, su grandeza está demostrada que son quienes más participan en el voluntariado en sus comunidades, en actividades religiosas, culturales, deportivas y cívicas.

Y es que resulta irracional pensar que en pleno “paralelismo” de igualdades y derechos, aún sufren repetidamente irracionales discriminaciones, con desiguales tratos y no sólo laborales. Es más! amigos de Vida en Connecticut, ¿sabían que el gobierno de Arizona aprobará un proyecto de ley que hará el perfil racial legal y dará a la policía la capacidad de acosar y detener a cualquier persona que ‘aparece’ como indocumentado?. Sin embargo la mujer emigrante sabe que está en tierra ajena, e intentará hacer frente, sin que esto la obligue a aceptarlo todo, y no bajará la cabeza fácilmente, pues sabe que de hacerlo perdería de vista el horizonte de los sueños de progreso con el que llegó hasta aquí.  Sabe que su ángel de la guarda está dando un paseo. Ella confía y nos enseña que en poco tiempo el ángel de la justicia, la razón y la tranquilidad, regresará y el simple rumor de sus alas le devolverá la alegría.


Éste y otros infaustos acontecimientos, confabulan para que toda convivencia en este país, remotamente pierda su sentido. Pero esto tampoco es una espina para ésta caminante, el viaje le demostró que no debe interrumpir su camino.

En los Estados Unidos de Norteamérica, país de mayor recepción de emigrantes, un estudio revela que las mujeres que se convierten en ciudadanas, ganan 53 por ciento más que las no ciudadanas, y 43 por ciento de ellas consiguen pulir su inglés una vez recibida la ciudadanía. Así mismo el informe, "Mujeres Inmigrantes; líderes cívicas construyendo fuertes comunidades", deja ver que las latinas enfrentan una mayor necesidad de apoyo para acceder a programas, ya que 87 por ciento de las no ciudadanas no hablan inglés o lo hablan muy poco, pese a su gran interés por aprenderlo, que en el caso de las blancas y las asiáticas la proporción es de seis por ciento.

Dejando a un lado sus conflictos y dificultades y adentrándose en la tranquilidad del hogar de este ser humano maravilloso, en reiteradas oportunidades recuerdo haber trabado conversación acerca de la gran importancia que acostumbramos dar al Día de la Madre y del poco espacio que le damos al Día del Padre. Hoy en día aún no encuentro una verdadera razón irrebatible para tal contradicción que al menos me convenza. Veo el tiempo pasar, sigo especulando en ello y les pregunto: ¿será que las madres son más comprometidas con los hijos, son más tolerantes?, Bueno, lo que sea, podría continuar discutiendo muchas más cosas y jamás me parece que veré el albor de una respuesta adecuada; no obstante creo que se puede ser una buena madre o un clemente padre en el orden que exista una sed crecida de serlo a través del amor y de una fe inmóvil hacia los hijos.

Capítulo aparte merecen aquellas madres que por razones fortuitas alcanzan a bautizarse, como socialmente se denomina, "mamá y papá" al mismo tiempo. Imaginémonos en la señora que deja su cama muy temprano para servir el alimento a sus retoños, la que corriendo de una habitación a otra está preocupada de que sus chiquillos acudan a la escuela. E inclusive, cuando se suben al transporte continúa dando indicaciones y deseándoles un buen día.

Ya en carretera, rumbo al trabajo se aceleran las preocupaciones: lo que deberá presentar en la oficina,  lo que faltó por hacer en casa, pasar a la lavandería, la junta que tendrá durante el día, y por si fuera poco, decidir qué cocinará luego en casa. Una llamada de celular parece tocar el violín a sus pensamientos y al contestar es justamente su jefe quien le da una sarta de indicaciones a seguir con máximo cuidado en la junta, la cual se estrella con la horario de salida del colegio. ¡Ahora a organizar quién podrá ir por los niños!.

Es posible que algunas de ustedes se identifiquen completamente con los sucesos anteriores. Al parecer, ser mamá y papá es algo muy normal hoy en día; la mujer tiene que vestir el ropaje de la fortaleza y ser habilidosa para salir adelante, sin renunciar a esas expresiones de amor y calidez tan propias de la mamá y que tanto agradan y fortalecen a los hijos.

¿Será por todo esto que el Día de la Madre es más popular que el Día del Padre? Yo no estaría tan convencido, ya que en nuestros días también existen numerosos casos de papás que por casualidades de la vida ocupan toda la carga y compromiso – responsabilidad suena mejor – de criar los hijos. Ellos (súper-papá) también tienen que aprender a convivir  con la fortaleza, ecuanimidad y practicidad, con el cariño, la comprensión y la empatía que generalmente acompañan más a las mujeres.

He aquí la primera enseñanza, borrar lo que hasta ahora tradicionalmente se ha escrito en el cuaderno de la vida: machismo, organización social primitiva, etc. Y escribimos, en lugar de todo esto, la palabra “nuevo rol”. Comenzando la jornada con esta palabra, y siguiendo con la fe en Dios, el nuevo papa-mama llegará hasta donde necesita llegar. Y es que resulta evidente que esta nueva ocupación pone de manifiesto nuevas cualidades, como la ternura, que antes no se manifestaba porque el miedo le impedía demostrar lo que todos los hombres tiene cromosomas X e Y, (machismo diría yo). 

El ser madre y padre a la vez es un género que no aún no descubre un lugar en la sociedad, por lo tanto es muy difícil, pero puedo garantizar que de esa experiencia va a salir un hombre más fuerte.


En este mes que se conmemora a todas las mujeres madres del mundo, es ocurrente resumir lo dicho en las palabras del Papa Juan Pablo II, “en el rostro de toda madre se puede captar un reflejo de la dulzura, de la intuición, de la generosidad de María. Honrando a vuestra madre, honraréis también a la que, siendo Madre de Cristo, es igualmente Madre de cada uno de nosotros"

Y para quienes tenemos nuestras madres lejanas o han desparecido, nos queda reflexionar que una madre nunca está ausente, simplemente se esfuma para continuar mandando en su recuerdo con sus enseñanzas.

Finalmente me gustaría que me permitan transmitirles a través de esta importante oportunidad, que ser madre o padre no está en forcejeo, ni son antagónicos; son naturalmente complementarios y todos los hijos necesitan, nos obligan a dar apoyo, orientación y amor que cada uno desde su encumbrada cosmovisión puede brindar. Sin embargo, una valiosa psicóloga mexicana nos enseña que si alguno llegase a faltar, el o la que queda puede tener ese doble rol y asumirlo muy bien, siempre y cuando existan cuatro cosas:

El deseo inminente de querer hacerlo, la búsqueda adecuada de ayuda, la fe en nuestras propias habilidades y en la de nuestros hijos y, amor.




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