viernes, 16 de julio de 2010

Pero ¿qué nos pasó? Estados Unidos, un país rico y una América Latina pobre

“Para conocer a un pobre o a un necesitado no sólo es necesario sentarlo a nuestra mesa,   sino sentarnos también nosotros a su mesa.” Josep Marc Laporta. 

 Indudablemente que lo primero que visita nuestra mente ante esta pregunta es que los EE. UU siempre han sido un país más rico que los países latinoamericanos y que como tal ésta pregunta no tiene mucho sentido ya que las condiciones de partida históricas eran muy diferentes. Bueno! para comenzar, les comento que he leído el interesante discurso que pronunciara Oscar Arias, Presidente de Costa Rica en la V Cumbre de las Américas, realizada en Trinidad y Tobago el pasado 18 de abril. Al menos los líderes de la región empiezan por diagnosticar bien las causas de sus males.


No tenemos que sacudir mucho la historia para darnos cuenta que las condiciones de partida de los EE. UU versus los países de la región latinoamericana no eran muy diferentes. Por ejemplo, hace 250 años más o menos, todos los países de la región eran más o menos igual de pobres. Y sin embargo “solo” este período ha sido suficiente para que los contrastes de riqueza en la región americana sean abismales.  Y no sólo en la comparativa con los EE.UU,  resulta doloroso, si los soltamos a competir a nuestros países latinoamericanos en la creación de riqueza con otros países del mundo en un marco histórico mucho más reducido (últimos 30 años) nos damos cuenta que lo resultados son muy negativos.

Así por ejemplo, el PIB (Producto Interno Bruto) de Argentina o México a estrenos de los 80 era muy superior al de países asiáticos como Corea del Sur o Singapur, hoy en día la renta per cápita de estos dos países orientales se ha triplicado. En 1950, un país como Brasil tenía un ingreso per cápita más elevado que el de Corea del Sur. Hace 60 años, Honduras tenía más riqueza per cápita que Singapur, y hoy Singapur en menos de 35 ó 40 años es  un país con $40.000 de ingreso anual por habitante.

Citaré  un extracto del análisis que hizo hace algún tiempo atrás el Banco Mundial para América Latina: “A pesar del crecimiento, sin embargo, persisten hondas desigualdades en la mayoría de las naciones, donde el 35 por ciento de la población de 502 millones de personas, aproximadamente 177 millones viven en la pobreza. Aunque el crecimiento es crucial para la reducción de este nivel de pobreza, el crecimiento por sí solo no resuelve la situación.”  Esta escalofriante realidad contribuyó para que no intente siquiera actualizar estos datos.

Será cierto? que cuando aparece la Revolución Industrial en Inglaterra, otros países se embarcan en ese lujoso carruaje que también visitó América Latina, y nosotros  por estar enfrascado discutiendo las ideologías, y todo los odiosos "ismos,” sobre cuál es el mejor; capitalismo, socialismo, comunismo, liberalismo, neoliberalismo, socialcristianismo... no nos dimos ni cuenta.

"Bueno, la verdad, queridos camaradas, es que a mí no me importa si el gato es blanco o negro, lo único que me interesa es que cace ratones”, dijo Deng Xiaoping cuando visitó Singapur y Corea del Sur, al darse cuenta que se estaban enriqueciendo de una manera muy apresurada. Y mientras los chinos hacen esto, crecen a un 13%, y han sacado a 300 millones de habitantes de la miseria, nosotros aún seguimos encendiendo ideas sobre ideologías que tuvimos que haber soterrado hace mucho tiempo atrás.

La cuestión en Latinoamérica es la necesidad de un cambio. Un cambio que apueste por la gente, por toda, también la población autóctona, indígena, tan castigada, tan apartada, y es que estamos hablando  de  países,  en  su  mayor  parte, ricos  en  recursos  económicos, que  evidentemente  se malgastan y no se reparten como deberían.

Lo común es arrojar el balón fuera y culpar de todos males a perversos factores externos (EE. UU, Europa o la conquista española como principales explicaciones de sus males, incluso algunos dirán de todo el oro que España les esquilmó, como si Corea del Sur o Singapur fuesen países que hayan contado con inmensas minas de oro para justificar su desarrollo).

En 1950, cada habitante norteamericano era cuatro veces más rico que un ciudadano latinoamericano. Hoy ese mismo sujeto es 10, 15 ó 20 veces más rico que un latinoamericano. Eso no es culpa de Estados Unidos, esa es culpa mía y suya.

En su alocución el Presidente Oscar Arias, aduce que unos de los problemas es que en América Latina tenemos un promedio de  escolaridad de 7 años, que no es el caso de la mayoría de los países asiáticos, europeos, Canadá, menos Estados Unidos, con la mejor educación del mundo. De cada 10 estudiantes que ingresan a la secundaria en América Latina, en algunos países solo uno termina esa secundaria. La carga tributaria es del 12% del producto interno bruto, y no es trabajo de nadie, que no le cobremos dinero a la gente más rica de nuestros países. Es insoportable que desperdiciemos $50.000 millones en armas y soldados. ¿Quién es el enemigo nuestro?.

Según el historiador y economista Español, Gonzalo Anes, la culpa del atraso endémico, histórico, no es de España, era de los que se independizaron (nosotros) que no consiguieron obtener regímenes parlamentarios estables, que no se respetaron preceptos constitucionales que, como en Estados Unidos, asegurasen el respeto a la propiedad privada y el establecimiento de una justicia independiente que garantizara el cumplimiento de los contratos.

La tesis de Anes es muy diferente a la de Douglass C. North, Premio Nobel de Economía 1993. North dice que América del Norte fue colonizada por colonos británicos, que llevaron consigo la estructura de los derechos de propiedad y la Primera Revolución Industrial con relativa libertad, política y económica. Mientras que nuestra Latinoamérica fue colonizada por españoles (y portugueses) para explotar el oro, la plata y otras riquezas, entonces la estructura institucional resultante fue el monopolio y el control político por parte de Madrid y Lisboa. Es así que América Latina, sin una herencia de gobiernos relativamente libres (políticos y económicos), tuvo como resultado medio siglo de guerras civiles que intentaron llenar el vacío dejado por los gobiernos ibéricos.

Lo salomónico es “lavarse las manos,” y puede ser que los responsables son las elites, los grupos que orientan y dirigen cada estamento de la sociedad. No hay, pues, un culpable. Grosso modo, los responsables son la mayor parte de quienes ocupan las posiciones de liderazgo en las instituciones y estructuras sociales. Ellos, hijos de una cierta historia, con su visión limitada, sus creencias no tan acertadas y con su conducta impropia, alimentaron un clima que propendió a perpetuar la pobreza. 

Seguramente, con las elites mencionadas no concluye la lista de quienes mantienen a los latinoamericanos en la miseria, pero no hay duda de que se han ganado a pulso su participación en esta triste nómina. Ojalá que identificarlas, denunciar su comportamiento y rebatir sus falaces argumentos contribuya a mejorar la situación de los desposeídos en ese continenteO será el analfabetismo? como lo señaló Oscar Arias; que no gastamos en salud; a la pobre infraestructura física y social que tenemos; permitimos la degradación del medio ambiente; Buenamente se suman el desempleo masivo, la violencia, la corrupción y el crimen, son los mayores obstáculos que separan a los pobres de la buena calidad de vida. A esto se puede añadir un deterioro en el acceso a una educación cualitativa, y a las salvaguardias sociales que mitiguen la alteración del orden económico. La creciente marginalización de los grupos vulnerables de la sociedad, son también características sobresalientes del “nuevo atrincheramiento de la pobreza” en Latinoamérica y el Caribe.

Las causas son múltiples, podría citar las teorías de Marx, Griffin, Prebisch, Altimir, Jaguaribe, etc. Sin embargo los factores culturales, actitudinales del resto de la población son cruciales a la hora de implementar políticas activas de cambio y eventual redistribución de la riqueza. Toda política redistributiva está destinada al fracaso si no se modifica el patrón de la oferta productiva, lo cual requiere de una estrategia de largo plazo y de la acción coordinada y consensuada de los principales actores económicos, políticos y sociales.

No sé si los nuevos dirigentes que hablan de cambios llegarán a poder hacerlos y revertir la situación actual lo máximo posible. Pero tenemos todos que hacernos cargo: crear una conciencia que nos lleve a exigir a nuestros políticos un patrón de conducta que cambie los hábitos y abra los caminos para todos.

Los modelos económicos han cambiado a lo largo de la historia, por más lento que haya sido este proceso, por lo que no parece sensato el planteo de que los males estructurales son "eternos". La elaboración de un modelo alternativo, que se base en un desarrollo sustentable, con una distribución equitativa de las cargas y los excedentes, parece ser el principal desafío de este siglo. 

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